Existen razones de peso por las que podríamos enamorarnos de los automóviles autónomos en un futuro cercano (o lejano). En primer lugar, apreciamos que los automóviles autónomos representan una nueva independencia y accesibilidad para las personas con movilidad reducida, para los ancianos o para quienes no pueden conducir.
Los vehículos autónomos, especialmente útiles para flotas, utilizan sistemas de visión artificial (LiDAR), radar, GPS y visión artificial para detectar el entorno. Los datos sensoriales recopilados se procesan para optimizar las rutas, evitar obstáculos y cumplir las leyes de tránsito. Las actualizaciones periódicas de un mapa computarizado permiten que el vehículo se adapte a entornos y ubicaciones cambiantes, lo que hace que la gestión de la flota sea más eficiente.
Además, como los vehículos autónomos suelen ser eléctricos, tampoco emiten contaminación, lo que minimiza su huella de carbono y promueve la sostenibilidad del medio ambiente.
Sin embargo, además de la funcionalidad, la eficiencia y la sostenibilidad, creemos que la seguridad es la preocupación más importante. ¿Son seguros los coches autónomos, incluso sin intervención humana?